martes, 3 de marzo de 2009

Mi experiencia en Lima

Llevo tres meses aquí en Lima y tendré que quedarme siete meses más!
Estoy trabajando en los Cerros de San Cosme (distrito de La Victoria) y de Amauta (distrito de El Agustino).
Los cerros son zonas marginales de Lima en los que viven casi 3 millones de personas, la mayoría de la población es originaria de la sierra, se movieron hacia Lima por dos motivaciones principales: la pobreza del campo, el sueño de encontrar un trabajo mejor en la ciudad, y la segunda es ligada a los eventos que pasaron en este país desde los años 80 hasta el 2000, en la época del Sendero Luminoso que constrigiò a muchos campesinos huir de sus pueblos perenemente atacados por sus operaciones de terrorismo.
En los cerros se encuentra la mayoría de la población que vive de la dicha economía informal, también los niños están involucrados en el trabajo. El trabajo infantil es visto como algo normal, como algo que los niños tienen que hacer para ayudar la familia en dificultades económicas.
El trabajo principal de los niños es quedarse en las calles vendiendo caramelos, bombones o limpiando las ventanillas de los coches. Otro trabajo desarrollado es ayudar los padres en los diferentes mercados, por ejemplo muchos niños de San Cosme trabajan en el mercado de La Parada, el mercado mayorista de Lima. Esto quiere decir que los niños muchas veces tienen que despertarse a las 4 de la madrugada, ir a trabajar y luego, si las fuerzas se lo permiten, ir a la escuela. Muchos de estos niños dejan la escuela a los 10- 12 años porque las familias les piden que se involucren más en el trabajo, para tener un mayor apoyo económico.
Entrar en los cerros es bastante difícil, hay un rechazo incondicionado de tu cuerpo hacia estos lugares. Las motivaciones son diferentes: desde el olor de basura, desagües a cielo libre, a la vista de perros medio enfermos, borrachos que hacen sus actividades corpóreas sin ningún problema, niños descalzos dejados a su destino en el medio de las calles, mujeres tiradas encima de una mesa totalmente borrachas. Aunque la imagen que se me presenta cada día es esta, hay algo que se mueve adentro, hay algo en el estomago que no me puede dejar quieta; me dan mucha tristeza estas imagines, me molestan, me hacen enfadar (porque no es justo que personas vivan en estas condiciones). Este enfado me hace olvidar el olor nauseante que hay, me hace cerrar los ojos un poquito y seguir por mi camino, porque si me quedaría con la primera impresión de los cerros ni entraría, ni me acercaría pero hay algo que me dice que tengo que estar allí, intentar sacar algo de bonito, de ayudar a esta gente a salir de esta situación de degrado, de abandono, de apatía.
Yo trabajo con los niños, y aunque parece algo lindo, bonito a veces se transforma en algo realmente difícil, cuando los niños te cuentan que los padres pegan a las madres y te miran como si estuvieran esperando de ti algo, una respuesta, un conforto, una solución quizá…tu te sientes vulnerable, incapaz de reaccionar e incapaz de encontrar una solución inmediata…te sientes inútil, te sientes que no estás haciendo nada, que tendrías que hacer el triple, que tendrías que ir a casa de estos niños y hablar con los padres; pero no lo puedes hacer porque no se trabaja así, porque no puedes entrar así de pecho en una situación familiar, porque eres gringa..Porque justamente tu quien coño eres para hablar???
Me pasó de ir a casa de algunos de mis niños porque me pidieron que los acompañaran para convencer las madres, las hermanas, los hermanos dejarlos venir a la ludoteca, entonces me encontré siguiendo a estos niños por callejos estrechos, sin luz, con basura y había gente que me miraba con cara que expresa de todo excepto de bienvenida.. y en estos momentos que te das cuenta que eres extranjera, que se te nota aunque tu intentes ser lo menos visible posible, que no todos te aceptan, que te puede pasar que un niño de 4 añitos te escupe en el brazo diciéndote GRINGA…y son cosas que te hace daño, que duelen pero luego miras a tus niños, a sus sonrisas y entiende que vale la pena sentirse gritar "gringa bonita, vente pa akà" o "gringa de mierda" o recibir algunos escupitajos. Porque la sonrisa de estos niños, verlos felices por unas horas sin tener miedo de ser pegados, sintiéndose respectados, queridos es algo que te llena el alma, que te da la fuerza para seguir luchando, para volver a entrar cada día en los cerros, para no hacerte afectar por el olor a basura mezclada con cualquier cosa.

Carolina.





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